As passionate disciples of Jesus Christ, we are called to foster meaningful relationships with one another, rooted in love, virtue, and a shared commitment to grow in our faith together. A few weeks ago, I had the privilege of leading a reflection on Christian friendship with our Comunidades de Base (our small Christian communities made up of Spanish speakers from the parish). I want to share some of that reflection with you all.
Identity
In our shared journey of faith as sons and daughters of the Father, we recognize that we are not alone but are part of a greater family – the Church. St. Cyprian of Carthage beautifully described the Church as our spiritual ark, guiding us with her Sacraments, intercession, and the gifts of her members. It is through this community that we find our identity as beloved sons and daughters of God.
The Call to Communion in the Body of Christ
As Christians, we are called out to be part of the one body of Christ, the Church. St. Paul in his letter to the Ephesians 4:1-6 reminds us of the importance of unity and oneness within the Christian community. Our relationships should be marked by a distinct difference from the world, serving as a witness to Christ's love and goodness.
Shaping Christian Relationships in Contrast to Secular Society
In a world marked by instability, individualism, and isolation, our Christian response is to seek stability, self-giving love, and intentional friendship. Following the wisdom of St. Benedict, we choose to counteract these negative influences and build true and lasting connections with others.
Friendship Rooted in Goodness and Fear of the Lord
Drawing from Aristotle's insights, we understand the different types of friendships – those based on utility, pleasure, and goodness. As passionate disciples, we are called to cultivate friendships rooted in virtue and the well-being of others. The Book of Sirach (6:8, 14-17) teaches us the value of faithful friendships and how the fear of the Lord guides our relationships.
Jesus as the Model of True Friendship
The ultimate model of authentic friendship is found in Jesus Christ. In John 15:15, Jesus calls us friends and shows us the selfless love and vulnerability that genuine friendship entails. We are invited to imitate His example, loving and supporting one another in our imperfections and growth.
Supporting One Another in Friendship
Proverbs 17:17 and Proverbs 27:17 offer timeless wisdom on the qualities of true friends. As Christian friends, we are called to be present for each other at all times, especially in times of adversity. By sharpening and encouraging one another, we deepen our love for Christ and grow as passionate disciples.
Practicing Authentic Christian Friendships in Our Parish and Homes
As passionate disciples of Jesus Christ, we have the opportunity to foster authentic Christian friendships both within our parish community and in our homes. By actively listening, staying after Mass to connect with others, inviting fellow parishioners for meals, meeting up for coffee or tea, praying for one another, and offering selfless acts of service, we cultivate meaningful connections and strengthen our sense of community. These intentional efforts of love allow us to embody Christ's teachings and reflect His love to the world.
Living as passionate disciples of Jesus Christ means embracing authentic Christian friendships within the community. We are not merely acquaintances but brothers and sisters united by our baptism and motivated by Christ's love. Let us continue to reflect on how we can foster and deepen our relationships, supporting one another on our journey of faith. As we commit to being faithful friends, may God's grace strengthen our bonds and help us grow in love for Jesus Christ together.
By Ricardo Valdez, Director of Evangelization
Amistades Cristianas Auténticas: Viviendo como Discípulos Apasionados de Jesucristo
Como discípulos apasionados de Jesucristo, estamos llamados a fomentar relaciones significativas entre nosotros, arraigadas en el amor, la virtud y el compromiso compartido de crecer juntos en nuestra fe. Hace unas semanas, tuve el privilegio de dirigir una reflexión sobre la amistad cristiana con nuestras Comunidades de Base (nuestras pequeñas comunidades cristianas formadas por hispanohablantes de la parroquia). Quiero compartir parte de esa reflexión con todos ustedes.
Identidad
En nuestro camino de fe compartido como hijos e hijas del Padre, reconocemos que no estamos solos, sino que formamos parte de una familia más grande: la Iglesia. San Cipriano de Cartago describió hermosamente a la Iglesia como nuestro arca espiritual, que nos guía con sus sacramentos, intercesión y los dones de sus miembros. Es a través de esta comunidad que encontramos nuestra identidad como amados hijos e hijas de Dios.
El Llamado a la Comunión en el Cuerpo de Cristo
Como cristianos, somos llamados a ser parte del único cuerpo de Cristo, la Iglesia. San Pablo en la carta a los Efesios 4:1-6 nos recuerda la importancia de la unidad y la concordia dentro de la comunidad cristiana. Nuestras relaciones deben destacarse por una diferencia distintiva del mundo, siendo un testimonio del amor y la bondad de Cristo.
Configurando las Relaciones Cristianas en Contraste con la Sociedad Secular
En un mundo marcado por la inestabilidad, el individualismo y el aislamiento, nuestra respuesta cristiana es buscar estabilidad, amor entregado de sí mismo y amistad intencional. Siguiendo la sabiduría de San Benito, elegimos contrarrestar estas influencias negativas y construir conexiones verdaderas y duraderas con los demás.
Amistad Arraigada en la Bondad y el Temor del Señor
Basándonos en los conocimientos de Aristóteles, comprendemos los diferentes tipos de amistad: aquella basada en utilidad, placer y bondad. Como discípulos apasionados, estamos llamados a cultivar amistades basadas en la virtud y el bienestar del otro. El Libro de Eclesiástico (6:8, 14-17) nos enseña el valor de la amistad fiel y cómo el temor del Señor guía nuestras relaciones.
Jesús como Modelo de Verdadera Amistad
El modelo definitivo de amistad auténtica se encuentra en Jesucristo. En Juan 15:15, Jesús nos llama amigos y nos muestra el amor desinteresado y la vulnerabilidad que implica una amistad genuina. Se nos invita a imitar su ejemplo, amándonos y apoyándonos mutuamente en nuestras imperfecciones y crecimiento.
Apoyándonos Mutuamente en la Amistad
Proverbios 17:17 y Proverbios 27:17 ofrecen sabiduría atemporal sobre las cualidades de un verdadero amigo. Como amigos cristianos, estamos llamados a estar presentes el uno para el otro en todo momento, especialmente en tiempos de adversidad. Al afilarnos y alentarnos mutuamente, profundizamos nuestro amor por Cristo y crecemos como discípulos apasionados.
Practicando Amistades Cristianas Auténticas en Nuestra Parroquia y Hogares
Como discípulos apasionados de Jesucristo, tenemos la oportunidad de fomentar amistades cristianas auténticas tanto dentro de nuestra comunidad parroquial como en nuestros hogares. Al escuchar activamente, quedarnos después de la Misa para conectarnos con los demás, invitar a compañeros feligreses a compartir una comida, encontrarnos para tomar un café o té, orar unos por otros y ofrecer actos de servicio desinteresados, cultivamos conexiones significativas y fortalecemos nuestro sentido de comunidad. Estos esfuerzos intencionales de amor nos permiten encarnar las enseñanzas de Cristo y reflejar su amor al mundo.
Vivir como discípulos apasionados de Jesucristo significa abrazar amistades cristianas auténticas dentro de la comunidad. No somos simples conocidos, sino hermanos y hermanas unidos por nuestro bautismo y motivados por el amor de Cristo. Continuemos reflexionando sobre cómo podemos fomentar y profundizar nuestras relaciones, apoyándonos mutuamente en nuestro camino de fe. Al comprometernos a ser amigos fieles, que la gracia de Dios fortalezca nuestros lazos y nos ayude a crecer juntos en el amor por Jesucristo.
Por Ricardo Valdez, Director de Evangelización
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